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Review – Fargo (2015): Visión y misión

Germán Morales
Escrito por Germán Morales

Todo lo que escuchen sobre Fargo no es exagerado. La brillante segunda temporada de la serie de FX es todo lo que True Detective (HBO) no fue, y lo mejor del año en relación a las series. La comparación no es trillada, los dos policiales surgieron el año pasado y nos volaron la cabeza por distintos motivos. Mientras que la segunda temporada de la serie de HBO falló al querer parecerse demasiado a sí misma, Fargo apostó por un cambio tanto a nivel narrativo, como estilístico.

Si no quieren spoilers, les recomiendo que no lo lean, en lo posible los trataré de evitar. La idea del artículo es discutir con la serie, por lo tanto es mejor haberla visto entera para leer.

Antes del nuevo orden mundial

Al principio de la temporada, la primera sensación fue la ausencia de Lorne Malvo (Billy Bob Thornton). Sin embargo, ese personaje tan fuerte y tan característico es rápidamente olvidado tanto por el impacto de los hechos y los nuevos dramas, como por la sensación de estar viendo otra cosa. Por otro lado, la gama de personajes crece, cada uno de los integrantes de la familia Gerhardt es un mundo en sí mismo, están todos excelentemente interpretados, son muy ricos y dan ganas de analizar todas sus características, uno por uno. Lo mismo ocurre con Mike Milligan y sus pistoleros, los enemigos en esta disputa de mafias.

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La serie atrapa; mantiene y sube su dramatismo en todo momento. Prácticamente no se pueden encontrar baches en su desarrollo, la utilización de la música y el sonido ambiente es deliciosa, haciendo incluso múltiples homenajes a la musicalización de varias películas de los hermanos Coen. Pero los homenajes no solo se detienen en lo musical. Por otro lado, la ambientación y la narración temporal ofrece elementos que le dan un toque especial a la serie, como la anunciada aparición extraterrestre o los capítulos siete y ocho que suceden en simultáneo desde dos ópticas distintas.

Pero hay algo que une a Fargo con su temporada antecesora y no es la presencia de la familia Solverson, las mafias o las grandes masacres que se producen. Es la locura contenida de la vida común. También el “pueblo chico, infierno grande” que se conecta con el film, pero la locura que evolucionó en Lester Nygaard, se encuentra de alguna forma en Peggy Blumquist (Kirsten Dunst) en plenitud y se observa en Hanzee Dent.

Lo particular de la locura

La diferencia de Peggy con Lester radica en un refrigerante que contiene la libre expresión de ese raye, su pareja. Mientras Lester puede darle rienda suelta a su nueva faceta por la muerte de su esposa, Peggy busca una excusa para ir hacia la vida que desea, pero como bien le dice su esposo Ed (Jesse Plemons) sobre el final de la serie: “Intentas arreglarlo todo, pero hay veces que no es necesario porque no está roto”. Ed le sigue la corriente, continúa sus deseos y escucha lo que ella opina, a pesar del discurso feminista que recibe en su lugar de trabajo. Ahí queda claro la pareja disfuncional que eran, los opuestos intereses que tenían, pero también el amor que había allí. Una sutil crítica al discurso feminista, o quizás al discurso voluntarista en sí, que nos impulsa a llevar a cabo nuestros sueños sin importar la locura que encierren.

Ella quería una vida en Hollywood, como estilista de las estrellas; en cambio él quería una vida tranquila en su pueblo, hacer el “verdadero” sueño americano de empezar de abajo, luego ser dueño, y poder tener una vida sin problemas económicos. Es curioso como en las últimas producciones norteamericanas, y también en los slogans políticos (“Make America great again”), se machaca mucho sobre este fallo del sueño americano. En este sentido la escena en la cual Lou Solverson (Patrick Wilson) saca del cassette a Ronald Reagan (Bruce Campell) es muy ilustrativa, y la elección del político para contextualizar todo esto tampoco es casual.

La moraleja final, según el destino de ambos, es que la ambición es buena, pero no debe estar manchada por todo lo que esté fuera de la ley, como siempre pretendió hacer la pareja protagonista. Cuando decidieron ir junto a la ley, no eligieron el “lado correcto”, por la corrupción que se dio a entender en pantalla. Como si fuera tan fácil saberlo…

La represión del bien y el mal

La principal diferencia discursiva con la primera temporada es la diferencia entre el bien y el mal. La familia Gerhardt es el principal foco. A pesar de ser LA MAFIA del lugar, se pueden encontrar las diversas posturas de los personajes y hacen un poco más ambigua esa posición en relación a los personajes, el mal no es tan puro, ni tan sencillo de entender. Hacer un análisis final sobre los enfoques en un destino tan trágico es quizás demasiado. Quizás la fortuita aparición extraterrestre y la referencia a “La Guerra de los mundos” sobre el final del segundo capítulo den una explicación más concreta acerca las intenciones de Noah Hawley, pero también entraría en una interpretación más cerca de la idea del destino.

Pero la otra evolución interesante de la serie es la de Hanzee Dent (Zahn McClarnon). Este caso se conecta también como un segundo ser reprimido dentro de la serie. Como Lester Nygaard o Jerry Lundegaard, el indio es el segundon, el ignorado y el sometido dentro de la familia Gerhardt, pero más simbólicamente dentro de la sociedad. La familia Gerhardt le dio lugar para que se desarrolle y sea aceptado, pero por alguna razón (la serie misma se encarga de poner múltiples explicaciones) se rebela contra su propia gente y termina por hacerse autónomo, supera en su propio juego la mafia a la cual pertenece y se enfrenta al resto de la sociedad como un alumno de la familia alemana.

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A diferencia de Peggy, Hanzee realmente sufre las consecuencias de su segregación. Peggy vive el machismo y la opresión a la mujer, pero su marido toma sus consejos y ella tiene importancia dentro de la pareja como una voz más, sobre todo cuando Ed sigue sus consejos en relación a los muertos. La última palabra la tuvo siempre Ed, sí, porque los deseos de ella de irse a Los Angeles nunca son escuchados. Pero es parte de la negociación que deben hacer ambos. Hanzee, en cambio, estuvo enteramente sometido, a pesar de ser un asesino o tener una personalidad dominante que explota al final.

El núcleo de toda la gama Fargo (tanto película como serie) es la opresión. El bullying, los deseos contenidos y la locura que se encuentra reprimida. Todo explota por un error de cálculo, por subestimar las consecuencias de las acciones que los personajes eligen, tanto en el secuestro de la película, como en el asesinato de la primera temporada y el accidente en la segunda. En todos los casos se intenta tapar la mugre debajo de la alfombra, pero crece a tal punto que ya es insostenible.

Una masacre se va, otra viene…

El climax de la temporada se da en el capítulo 9, excelente de principio a fin. El último episodio es un cierre reflexivo y de misión cumplida para los personajes que lograron sobrevivir. La tercera temporada se vendrá, lamentablemente, recién en 2017, y estará ambientada en el año 2010. ¿Qué personajes serán protagonistas? El tiempo lo dirá, pero con esta segunda tempora, dejaron la vara muy alta…

Noah Hawley nos regaló una serie con dos temporadas muy interesantes para analizar más allá de la acción o de los personajes que formen parte. Se trata de un policial desatado por la casualidad y por personajes que desatan su lado salvaje, removiendo la locura detrás de la tensa normalidad.

 Por Germán Morales

Crítica de la película
Fecha
Película
Fargo (2015)
Puntaje
51star1star1star1star1star

Acerca del autor

Germán Morales

Germán Morales

Lic. en Comunicación Social (UBA). Creador y redactor de Proyector Fantasma. Responsable de la sección SERIES.