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Crítica: El viento se levanta (2013) de Hayao Miyazaki

Pilar Martínez
Escrito por Pilar Martínez

Se levanta el viento (2013)

Título original: Kaze Tachinu / The Wind Rises Director: Hayao Miyazaki Duración: 126 min Año: 2013 Origen: Japón Doblaje en inglés: Joseph Gordon-Levitt, Emily Blunt, Stanley Tucci Distribuidora: Cinematiko Estreno en Buenos Aires: 16 de abril de 2015. 

 

Se levanta el viento / The wind rises

Estamos ante el último trabajo del director que nos trajo El viaje de Chihiro, La princesa Mononoke y Totoro. A diferencia de esas producciones que tuvieron tanto éxito en Occidente, aquí no hay seres fantásticos ni aventuras sobrenaturales. Eso no quiere decir que la magia no esté presente: la magia es la de la aritmética. Está en las fórmulas y cálculos que el joven ingeniero Jiro Horikoshi traza una y otra vez con el sueño de crear los aviones más bellos del mundo.

Más cerca del género de la biografía que el de aventuras, «The Wind Rises» cuenta con poesía la obra de uno de los primeros ingenieros aeronáuticos japoneses en el escenario de la Segunda Guerra Mundial.

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Inspirado por Gianni Caprioni, un pionero italiano de la construcción de aeronaves, un Jiro aún niño sueña con diseñar máquinas de volar, donde familias alegres y numerosas sean trasladadas por los aires en una colorida kermesse. Pero esos sueños son interrumpidos por pesadillas en las que, una y otra vez, sus aviones caen envueltos en llamas.

La dualidad muerte/vida atraviesa toda la película y es el principal desvelo moral del protagonista. Dividido por su devoción a la aeronáutica y la obligación con su país, Jiro no comulga con el destino letal de las máquinas que diseña. Sin embargo, no por eso deja de crear las aeronaves más mortales que el mundo había conocido hasta ese entonces. Es que, fuera de la pantalla, las máquinas en cuestión son los implacables Mistsubishi Zero (aquellos que bombardean a Ben Affleck en ese bodrio que fue Pearl Harbour.)  Poniéndonos técnicos, tenían un fulminante rango de victorias de 12 a 1 en términos de dogfight (combate aéreo entre aviones, una materia que dominaba muy bien Tom Cruise en Top Gun) y se produjeron en número record, muchos destinados a operaciones kamikaze.

La actitud compleja y contradictoria del joven ingeniero puede leerse como la ambigüedad que el pueblo japonés vive aún el día de hoy sobre su participación en la Segunda Guerra Mundial. Víctimas pero también victimarios, en Japón persiste el recuerdo de héroes bélicos de carácter pacifista como  Isoroku Yamamoto, un almirante que se opuso a la guerra y al Pacto Tripartito, aunque murió en servicio cuando su nave fue derribada por cazas norteamericanos. De forma similar, en Jiro está tan presente el patriotismo y la lealtad al Emperador como su rechazo a la expansión militarista. Tampoco acuerda con el fascismo: es notorio que en las escenas que transcurren en la Alemania nazi vemos a un Horikoshi angustiado por la inminente guerra y el secretismo de la comunidad científica. Una atmósfera muy alejada de la colaboración y fraternidad entre pioneros de diferentes países en el nacimiento de la aviación, representadas en el filme por la imaginaria amistad con el italiano Caprioni.

Menos infantil que otras películas de Miyazaki, conserva el dibujo preciosista y la estética onírica de aquellas, lo que la vuelve totalmente disfrutable más allá de la trama. Ojo: si bien se trata de animación, sus 126 minutos pueden volverse pesados para menores impacientes.

Por Pilar Martínez

Crítica de la película
Fecha
Película
Se levanta el viento (2013)
Puntaje
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Acerca del autor

Pilar Martínez

Pilar Martínez

Colaboradora en la sección Cine. Es Lic. en Comunicación y Creativo Publicitario. Fan del cine negro, Scooby Doo y Un show Más, las comedias livianas y no tanto, los mockbusters de todo tipo y las películas de acción de los `80.